El escenario de posguerra fría marca el paso, en el terreno militar, de una estructura bipolar a otra de unipolaridad (o bipolaridad declinante, puesto que Rusia sigue manteniendo un considerable poder en el ámbito nuclear), con superioridad de Estados Unidos, en tanto que en el ámbito económico se da una creciente multipolaridad (Lamazière, 1996). Sus rasgos principales son: los cambios en la ex-URSS y Europa Central, la consolidación de Alemania tras su unificación, el proceso de unión europea, el predominio del capitalismo como ideología universal, el surgimiento de movimientos nacionalistas y fundamentalistas (Caro, 1994), la proliferación de nuevas potencias nucleares.
En Asia Central, luchas internas en las ex-repúblicas soviéticas musulmanas y problemas de identificación cultural y política amenazan con la extensión de los conflictos y el surgimiento de movimientos islámicos. En el Medio Oriente, a pesar que la guerra del Golfo Pérsico creó condiciones especiales para el inicio de un diálogo entre árabes e israelíes, la paralización del proceso de paz favorece el auge de grupos fundamentalistas, tanto judíos como islámicos. En el norte de Africa o Magreb los fuertes problemas económicos y políticos amenazan con la irrupción de un integrismo que, conectado con los movimientos del Asia Central, puede convertirse en una poderosa fuente de inestabilidad para el modelo capitalista occidental, liderado por Estados Unidos (Varas, Mewes, Caro, 1994).