El gran desafío que tuvo la Argentina a principios del siglo XXI fue superar el default.
Prácticamente su política exterior estuvo recortada por esta realidad. La resolución de los factores más importantes de aquél default le despejó el panorama internacional al país. Esto empujó al gobierno nacional a considerar sus relaciones con Brasil y los Estados Unidos, teniendo en cuenta que uno y otro país, por distintos motivos, determinaban el vínculo de Argentina con el mundo. Desde la Casa Rosada se intentó cambiar esta situación, pero no fue posible.
En este trabajo, que forma parte de un proyecto de investigación, analizamos que una de las razones por la cual el gobierno nacional no pudo modificar aquella situación se debió a que en lugar de percibir los bilateralismos con Brasil y Estados Unidos como variables estructurales de la política exterior, los percibió como variables circunstanciales supuestamente manejables. Esta creencia se plasmó a través de actitudes y acciones que confundieron la relación entre el principismo y el pragmatismo en la política exterior. Para este tratamiento consideramos los años 2006 y 2007 de la gestión presidencial de Néstor Kirchner. Fundamentalmente porque la victoria en las elecciones legislativas de fines de 2005 le dio otra legitimidad política a Kirchner, que al año siguiente trató de aprovechar en materia internacional hasta la finalización de su mandato en diciembre de 2007. En otras palabras, fueron dos años en los cuales se dieron condiciones interesantes como para organizar la política exterior del país en torno a su reposicionamiento internacional.
(Párrafo extraído del texto a modo de resumen)