Desde sus inicios, las ciencias sociales, en sus diferentes vertientes y disciplinas, se preocuparon por los diversos actores que conforman las sociedades. Uno que tuvo una importancia variada en estos análisis fue la juventud. Si bien podemos rastrear producciones en torno a las problemáticas juveniles, lo cierto es que este campo tomó fuerza en los últimos veinte años. La importancia y el reconocimiento generalizado de este actor colectivo estarían relacionados con la caída del funcionalismo y del análisis de las estructuras, que fue reemplazado por estudios de identidades culturales y fragmentadas, beneficiados, entre otros aspectos, por los debates en torno a la modernidad y la posmodernidad. Otro factor que popularizó los estudios relacionados a las juventudes fue su asociación con distintas dimensiones de la realidad, que permitían observar conductas diferenciadas según aristas generacionales. Así, estudios que analizaron la relación específica de los jóvenes con diversos objetos de estudio, como la política, la pobreza, el delito, la escuela, la maternidad temprana, la sexualidad, el desempleo y sus formas de flexibilización, fueron, entre otras, algunas de las áreas que adquirieron supremacía en el análisis de los jóvenes. Este auge, lejos de ser un estado de excepción, configuró las delimitaciones para un campo específico que será retomado y estudiado por varios analistas en la actualidad. En este sentido, la publicación del libro digital Juventudes en América Latina. Abordajes multidisciplinarios sobre identidades, culturas y políticas, del siglo XX al siglo XXI reúne las conferencias del ciclo dedicado a las juventudes en nuestro continente llevado a cabo durante el año 2011 en CAICYT–CONICET, abona a la construcción y el enriquecimiento de este campo de saberes específicos y a la construcción teórica de un actor particular –las juventudes– que presenta necesidades, demandas y problemáticas específicas, relacionadas a su vez con las estructuras en las que está inserto.