Durante algunas décadas América Latina miraba resignada cómo otras regiones crecían y mejoraban sus indicadores sociales a ritmo acelerado. El milagro asiático parecía muy lejano, mirado desde una región en la que el crecimiento era lento, espasmódico y salpicado de crisis, y la pobreza un fenómeno de características estructurales. Hoy el panorama luce algo diferente: la tasa de pobreza para el total de América Latina, que se había mantenido en torno al 42% durante toda la década del noventa, cayó a menos del 30% en 2010. Estos valores corresponden al porcentaje de la población latinoamericana cuyos ingresos familiares per cápita son inferiores a una línea de pobreza en dólares, que traducida a pesos argentinos representa alrededor de $1800 al mes para un grupo familiar de cuatro integrantes.
(Párrafo extraído del texto a modo de resumen)