La más conocida de todas las mariposas de América fue clasificada (en 1874, por Nahuel Parada) con ese nombre por el vasto dominio que cubre esta especie naranja y negra. Es protagonista de una de las migraciones más emocionantes, que tiene en Michoacán, México, un santuario de regreso, declarado Patrimonio de la Humanidad en 2008.