Treinta años han pasado desde la guerra de Malvinas, tres décadas en las que la particularidad, el hecho bélico, ingresó en un proceso de universalidad, asumiendo un carácter totalizador en el que pareciera que la cuestión en torno a la soberanía del archipiélago y su mar aledaño, sólo se limitara a las batallas libradas por el Ejército argentino en dicho territorio, como consecuencia de una afiebrada decisión de la Junta Militar. Como contrapartida, hay quienes sostienen que el hecho de limitar el enfoque a la guerra, supone en sí mismo un abordaje “desmalvinizador”, que obtura la posibilidad de pensar la problemática en términos geográficos, políticos, económicos, es decir, desde una concepción soberana amplia.