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La Tesis presenta el estudio de una serie de conjuntos óseos correspondientes al Pleistoceno tardío del sur de Patagonia continental y Tierra del Fuego, Chile y Argentina, provenientes tanto de sitios arqueológicos como paleontológicos —todos ellos cuevas o aleros. Estos sitios fueron fechados aproximadamente entre 13 500 y 10 000 años radiocarbónicos AP, período durante el cual megamamíferos como Mylodon darwini, grandes mamíferos como Hippidion saldiasi, Panthera onca mesembrina, Smilodon sp. o Arctotherium tarijense —representantes de la fauna de fines del Pleistoceno— se extinguieron. A la vez, es el momento en el que ocurre el proceso de colonización humana de esas regiones. Los trabajos previos han considerado que muchos de los restos óseos depositados en estos sitios han sido el resultado exclusivo de las actividades de los primeros cazadoresrecolectores que habitaron Patagonia. Esto se ha fundamentado principalmente en la asociación física entre los restos óseos, instrumentos líticos y fogones, así como —en algunos casos— en la presencia de trazas antrópicas sobre los huesos. Sin embargo, sabemos que otros agentes y procesos también pueden depositar huesos, entre ellos la actividad de carnívoros transportando restos de presas. También se deben considerar casos de animales que mueren en su hábitat, cuyos restos normalmente serán carroñeados por carnívoros. En cualquiera de ambas situaciones, la acumulación no antrópica de huesos puede mezclarse fácilmente con restos depositados durante ocupaciones humanas previas o posteriores, de manera que la existencia penecontemporánea de poblaciones humanas y de carnívoros crea condiciones bajo las cuales el reconocimiento de los restos de presas atribuíbles a unos u otros no es sencillo. Los estudios tafonómicos desarrollados en esta tesis constituyen la herramienta que utilizamos para desarrollar esta discusión. Sirviéndonos de los resultados de trabajos tafonómicos propios controlados con poblaciones vivientes de pumas, guanacos y zorros, estudios semejantes con leones (Panthera leo), leopardos (Panthera pardus), lobos (Canis lupus) y otros carnívoros o los resultados bibliográficos obtenidos a partir de observaciones sobre jaguares (Panthera onca) y otros animales, se ha establecido una base comparativa para el análisis de conjuntos óseos fósiles que se sospecha que fueron generados por carnívoros. También se utilizaron resultados de estudios paleobiológicos de varios de los mamíferos implicados y resultados tafonómicos sobre especies afines extintas, las que sirvieron para discutir modos de explotación y procesamiento de restos óseos. Todos estos acercamientos se complementaron con el estudio detallado de una serie de marcadores tafonómicos en los conjuntos fósiles. De esta manera, ha sido posible reanalizar marcas que habían sido consideradas antrópicas y reclasificarlas como producidas por carnívoros. Por otra parte la información arqueológica, ayudada por los resultados publicados de numerosos estudios etnoarqueológicos, sirve para evaluar la contribución humana a la formación de esos depósitos. La determinación de huellas de corte sobre los huesos es el criterio más importante para identificar trazas de origen antrópico. El análisis utiliza, además, toda la información contextual disponible relacionada con los sedimentos u otros elementos asociados con las faunas, así como nuevos resultados radiocarbónicos y estudios de isótopos estables. En forma sintética se puede sostener que a fines del Pleistoceno coexistieron en el espacio ubicado en el sur de Patagonia y Tierra del Fuego los primeros cazadores-recolectores y grandes carnívoros como Smilodon sp., Panthera onca mesembrina y Arctotherium tarijense, quienes compartían el interés por ciertos sectores del espacio —concretamente cuevas y aleros— y por ciertas presas. Se evaluó cada uno de los sitios desde esta perspectiva. Un resultado importante es que conjuntos óseos que habían sido interpretados como generados por humanos, pasaron a ser considerados como resultado de las actividades de grandes herbívoros o de la acción combinada de carnívoros y cazadores. A la vez, depósitos tratados como puramente paleontológicos, muestran indicios de alguna actividad antrópica. El resultado final de estos trabajos es que algunos de los conjuntos encontrados básicamente en cuevas endógenas, se explican mejor como madrigueras de carnívoros con poca o nula actividad humana asociada. Otros conjuntos, encontrados básicamente en cuevas exógenas, parecen haberse formado como resultado de actividades de herbívoros, nuevamente con poca o nula actividad humana. Finalmente, otros sitios tienen claras ocupaciones humanas más o menos mezcladas con los resultados de las actividades de carnívoros y herbívoros. Los principales sitios en los que se registró importante actividad humana, alternada con ocupaciones por carnívoros o herbívoros, son aleros muy expuestos, aunque también hay casos de cuevas exógenas. El análisis cronológico mostró que la fauna del Pleistoceno desapareció, efectivamente, hacia tiempos de la transición Pleistoceno-Holoceno. Destacamos que se confirmó una edad holocena para Dusicyon avus, a través de un fechado radiocarbónico en el sitio Cueva de los Chingues. Por otra parte notamos la presencia ubicua de Panthera onca mesembrina, indicando la superposición espacial y/o temporal con los primeros cazadores-recolectores. Los sitios formados por este carnívoro presentan abundantes huesos de camélidos, Hippidion saldiasi y Mylodontinae, los que demuestran su notable capacidad para fracturarlos. Dentro de los sitios con ocupaciones humanas, por otra parte, se advierte una clara diferencia entre aquellos sitios centrales que parecen haber focalizado actividades —con usos reiterados— y aquellos utilizados en forma logística, efímera. Las presas presentes en estos sitios son principalmente camélidos, con una buena representación de Hippidion saldiasi y la presencia escasa de Mylodontinae. Finalmente, los resultados obtenidos no indican actividad humana importante sobre la fauna del Pleistoceno, lo que es concordante con la hipótesis que sostiene que no constituyeron un factor esencial en su extinción.
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