Las transformaciones operadas en la sociedad argentina durante los últimos diez años evidenciaron de manera descarnada tanto el carácter normalizador del dispositivo historiográfico puesto en juego en la reconstrucción de la experiencia de la izquierda argentina en las décadas de 1960 y 1970 como el sesgo conservador de las posiciones democráticas sostenidas por los intelectuales que monopolizaron los debates políticos y culturales desde el regreso de la democracia. En este sentido, el libro de Hilb no es más que una expresión de la pervivencia desfasada de las mencionadas posiciones políticas e historiográficas. Estas notas no tendrían ningún sentido si la autora no propusiera a su compilación de ensayos como un trabajo de otorgamiento de sentido histórico a la experiencia de la militancia armada y como una crítica a dicha experiencia realizada desde los marcos del pensamiento de izquierda, y si no retomara ambas operaciones en un implícito cuestionamiento a la reapertura de los juicios por delitos de lesa humanidad. El fracaso de ambos objetivos y el tenor reaccionario de dicho cuestionamiento transforman a Usos del pasado en un objeto privilegiado a los fines de constatar -si aún es necesario- el carácter obsoleto del ochentismo.