El 24 de marzo de 1976 posee, como pocas otras fechas en la historia argentina, una profunda carga simbólica. Representa un punto de quiebre y a su vez un momento inaugural para el decurso histórico del país. Sin embargo, la misma fuerza que hace tan imperiosa como ineludible la revisión del hecho ha contribuido a opacar una perspectiva histórica más amplia. Aun siendo indiscutible la originalidad que en todos los planos supuso la irrupción del autodenominado Proceso de Reorganización Nacional, el 24 de marzo no es capaz de concentrar todos los sentidos y explicaciones posibles sobre aquellos años. El libro de Marina Franco Un enemigo para la nación. Orden interno, violencia y ‘subversión’, 1973- 1976 no es sólo un claro ejemplo de la actual búsqueda de nuevos horizontes explicativos sobre la última dictadura militar (un impulso que, dicho sea de paso, excede largamente el ámbito académico): es la primera investigación que afronta plenamente la necesidad de “relativizar el corte de 1976 como ruptura absoluta y mostrar, en cambio, algunas continuidades de corto, mediano y largo plazo” (p. 302).