A juicio de los Estados Unidos, los revolucionarios dominicanos estaban infiltrados por los comunistas (y así lo hicieron notar ante los organismos multilaterales presentado una lista de supuestos activistas comunistas que llevaban varios años complotando en la República Dominicana y que estaban participando de las actividades de la facción caamañista). Como señala Hartmann, el presidente Johnson dijo que “no pensaba quedarse sentado en una mecedora, mientras el comunismo se expandía todavía más por América Latina” (recordemos que Fidel Castro ya había tomado el poder en Cuba) y, aunque Wessin reunió a sus fuerzas contra los rebeldes, el 28 de abril los Estados Unidos anunciaron que enviarían a 400 infantes de marina para “salvaguardar las vidas norteamericanas” ya que los caamañistas (que eran los que controlaban la zona donde se encontraban las sedes diplomáticas extranjeras) reconocían que no podían garantizar la seguridad de los extranjeros por haber “perdido el control” de las “milicias ciudadanas” que constituían, además, el grueso de sus fuerzas.
(Párrafo extraído del texto a modo de resumen)