La enseñanza y el aprendizaje de nuestra disciplina en una Universidad pública y masiva y a la cual nos adherimos, hoy más que nunca nos plantea la siempre difícil tarea de unir calidad y cantidad en la enseñanza del proyecto arquitectónico.
Como dice Gregotti: "La historia se hace más allá de nuestra voluntad, no por la astucia de la razón. No creo que se pueda hablar de proyecto sin hablar de deseo.
El proyecto es la manera con la que intentamos satisfacer un deseo nuestro". Podríamos citar casi las mismas palabras para hablar de un proyecto de facultad, sin embargo, la palabra proyecto lleva implícito un sentido de distancia entre el deseo y su satisfacción.
La ¡dea del Encuentro en La Plata: Enseñar arquitectura/construir la ciudad, surgió de la necesidad de proponer otra forma de hablar o de enseñar y aprender arquitectura. Una semana sin clases rutinarias, sin curricula, sin exámenes, sin rutinas tediosas, sin asistencias obligatorias. Tanto el docente como el alumno elegían y participaban. La forma flexible de seminarios, mesas redondas, conferencias, exposiciones, muestras y debates, dejaron resquicios para quien quisiera usarlos sin imposiciones, con una única regla de oro: el compromiso con uno mismo y con la facultad.
El resultado fue más que óptimo. Los comentarios a favor, y también en contra, encendieron la mecha de un autismo casi pronunciado en el tiempo: el de la participación. Con quinientas personas en promedio, para culminar el último día de la frustada teleconferencia de Oscar Niemeyer, con mil estudiantes, docentes, egresados de ahora y de otros tiempos, nos hacen pensar, a pesar de todos los obstáculos, organización, economía, etc. en la posibilidad que otra facultad es posible sin resignar lo mejor de su historia.