La posibilidad de cantar afinadamente es una competencia que se inicia a edades muy tempranas y su dominio depende tanto del grado de práctica vocal sostenida como de la frecuentación a modelos vocales con afinación correcta. En algunos grupos sociales estas experiencias constituyen prácticas cotidianas y el canto afinado resulta un bien compartido. Cuando ello no sucede, como es el caso en muchos ámbitos de nuestro país -y la experiencia del canto en el seno familiar resulta escasa o nula-, el desarrollo suele interrumpirse y la competencia se estanca en etapas iniciales. En esos casos es necesario delinear estrategias pedagógicas que activen y faciliten el camino hacia tal destreza.