Hablar de los jóvenes en Italia, como en otras partes del mundo, no es fácil, dado que sobre este tema no se encuentran datos estadísticos e investigaciones sociológicas atendibles y actualizadas. Por “jóvenes” entiendo aquí a todos aquellos que pertenecen, en un determinado momento sincrónico, a la cohorte de edad entre los catorce y veinticinco años.
Por otro lado, dado que cualquiera que se ocupe de educación, investigación, formación y similares está rodeado de jóvenes de diversas generaciones (incluso pertenecientes a la categoría especial de jóvenes que estudian), puede hacer algún comentario, naturalmente con beneficio de inventario y con plena conciencia de que este tipo de generalizaciones puede sufrir una variedad de excepciones.
Observando a vuelo de pájaro este conjunto así como se presenta en Italia, el primer aspecto que salta a la vista es que se trata de una categoría-que rechaza- drásticamente, en una forma que se presenta dramática, extrema, irrecuperable.
El rechazo se aplica a diversos objetos y blancos; tiene varios tipos de “cómplices”, sostenedores y teóricos; se sirve de algunos argumentos típicos.
Voy a dedicar algunas consideraciones a estos factores.