Los espectadores de hoy estamos entrenados para enfrentarnos a una estética cuya ética apunta a poner en escena experiencias de grueso calibre. En este terreno algunos artistas equivocan el camino y manipulan la realidad como si fuera lo mismo que el arte. Es el caso de la francesa Orlan, quien produce una violenta caída de la metáfora al someter su cuerpo compulsivamente a sucesivas cirugías plásticas que luego comparte con el público en un espectáculo interactivo, en el que, sin lugar a dudas, ha renunciado al “como si” del arte. A pesar de los cuestionamientos que despierta este tipo de obra merece ser objeto de una profunda reflexión que enriquecerá el pensamiento actual.
Orlan ha demostrado amplia capacidad para penetrar en espacios institucionales como el Centro Georges Pompidou, la Bienal de Venecia, o la Feria Arco de Madrid para exhibir una obra que merece una profunda reflexión por parte de la crítica y la comunidad.
Ha sido auspiciada por el Ministerio de Cultura de Francia y por el Ministerio de Asuntos extranjeros de su país que avalaron sus exposiciones por el mundo.