Aunque el “campo del arte”, retomando el concepto elaborado por Pierre Bourdieu, implica pensar el papel del arte y el artista más allá de su mera creación individual -la obra privada que resulta de su trabajo personal en su estudio-, es decir, considerando “al artista y su obra en el sistema de relaciones constituido por los agentes sociales directamente vinculados con la producción y comunicación de la obra (…) sistema de relaciones, que incluye a artistas, editores, marchantes, críticos, público, [y] determina las condiciones específicas de producción y circulación de sus productos” (García Canclini, 1990:18); esta perspectiva persiste en una visión restringida y reducida al espacio social (volviendo a retomar a Bourdieu) y al mundo de las relaciones estrictamente ligadas al papel del arte y el artista como ejes cruciales de la cultura en su sentido más clásico del término. Sin embargo, resulta cada vez más evidente que en los tiempos contemporáneos y particularmente en ámbitos urbanos, aunque no solamente en ellos, el arte y los artistas trascienden ese estrecho sistema de relaciones, ocupando nuevos espacios que exceden los circuitos tradicionales.