En el imaginario popular la Historia del Arte, como disciplina, se asocia a una constante y sistemática mirada al pasado, y dicha mirada es entendida como configuradora de juicios de valor. En este imaginario la figura del historiador del arte se confunde con el de la pitonisa, ya que media entre los significados ocultos del signo artístico y el público al que debe traducírselos.
No obstante, el lugar del historiador se extiende más allá de estos límites ya que puede volverse partícipe, observador y testigo del proceso de creación.
Acorde con esta postura surge la propuesta de trabajar en relación al arte contemporáneo realizado en la Argentina, documentando procesos y productos y reflexionando teóricamente sobre ellos. A estos fines se seleccionó una experiencia de la que fuimos partícipes durante 2005 el Programa de Residencias para artistas visuales El Basilisco, de la ciudad de Avellaneda.
Gestado con la intención de promover la creación artística y la interacción, intercambio de experiencias y cooperación multidisciplinaria entre artistas del interior y el exterior de nuestro país, las residencias brindan un ámbito para el desarrollo de proyectos artísticos durante un período de hasta tres meses, a un número acotado de artistas.
De esta inquietud y del intercambio con los artistas responsables del Programa de Residencias (Tamara Stuby, Cristina Schiavi y Esteban Álvarez) nace este proyecto de intervención, basado en la creencia de que ser historiador del arte excede el hecho de rastrear en el pasado. También implica el ser observador y testigo del proceso de creación; involucrarse directamente en la tarea de documentación de los hechos, reflexionar, producir teoría acerca de lo artístico y comprometerse a la conservación de esta memoria colectiva en los distintos soportes que la contemporaneidad pone a nuestro alcance.