Como ha sido dicho en numerosas ocasiones, el neoliberalismo ha provocado profundas transformaciones en el mundo occidental, y ha incidido en la construcción de órdenes sociales caracterizados por la presencia extendida de sujetos marginados, excluidos, degradados y desciudadanizados, que viven en un puro presente y sin perspectivas, ni personales, ni sociales, entre otras. Este escenario desolador, producido en los 70, pero consolidado casi definitivamente en los 90, instituye un nuevo modo de relaciones sociales y genera nuevos imaginarios a partir de los cuales las sociedades y sus habitantes se representan el orden cotidiano.
También es sabido que América Latina, como consecuencia de la aplicación incondicional de estos modelos económicos que modificaron las relaciones sociales y los vínculos de los sujetos con la política, entró en una profunda desazón.
Ahora bien, si en Brasil la desigualdad y la segmentación social son de larga data, en Argentina la sucesiva aplicación de estas políticas económicas produjo una modificación radical de sus formas de relación social, con profundos efectos culturales en el plano de las identidades sociales. Teniendo en cuenta sus diferencias fundantes, puede afirmarse que tanto Argentina como Brasil fueron imaginados como países grandes en perspectiva histórica.
(Párrafo extraído del texto a modo de resumen)