La Segunda Guerra Mundial y las atrocidades del régimen nazi han sido un anclaje central en el desarrollo de la reflexión sobre cómo distintos actores sociales y políticos elaboran y dan sentido (o mantienen el sinsentido) al pasado. Los planos y niveles de análisis han sido múltiples y con interacciones complejas: desde el análisis de los procesos personales de sobrevivientes (el testimonio, los silencios) hasta las representaciones y performances simbólicas y culturales, pasando por el lugar de prácticas institucionales estatales -juicios, reparaciones económicas, monumentos y conmemoraciones oficializadas, nueva legislación-. Hay por parte de los actores en los diversos escenarios la intención o voluntad de presentar una narrativa del pasado, y las luchas son por intentar imponer su versión del pasado como hegemónica, legítima, “oficial”, formal o parte del sentido común aceptado por todos.