¿Qué son las pasiones tristes? ¿Cuándo es triste una pasión? Para algunos, éstas tienen su ombligo en el odio y se nutren de él. Otros apuntan al miedo, que nos apunta a todos. Entre una pasión desgraciada, la usura sentimental y el estilete de una congoja, las fronteras pueden ser ambiguas, y esa misma ambigüedad un aguijón de múltiples signifi cados. Y si el resentimiento nos muerde la cola día a día uno se convierte en lo mordido. No importa cómo seas, ni hace falta un acontecimiento espectacular para que irrumpa el miedo por alguno de nuestros poros. Estos textos proponen las insidiosas y cotidianas pasiones tristes, no como estaciones donde identifi carse ni patologías donde encerrarse. Como dice en algún lugar Gilles Deleuze: Si ustedes están tristes, es que los han atrapado. Drummond de Andrade, el poeta de la fl or y la náusea cuyos hombros soportan el mundo, y éste no pesa más que la mano de un niño. Juan Ramón Jiménez, que nos corta el aliento con sus prosas sobre crímenes naturales cortan el aliento: Vení que te pego en la boca del estómago –sí, el de “Platero y yo”. Y Celia Gourinski, que nos lanza, tierna e impiadosa, a la inocencia feroz.