Al ocuparme de las escamas normales y regeneradas de la pescadilla, Cynoscion striatus, que he revisado con mayor atención que la puesta en otras especies (Revista Museo La Plata, 1930, t. 32, pp. 187-242) encontré: en rarísimos casos unas escamitas minúsculas, muy rotas, de aspecto diferente a las de la especie en cuestión. Estaban sueltas, algunas entre restos de piel. Eran tan poco convincentes que preferí no comunicar su hallazgo. Pero al estudiar, contemporáneamente, las escamas de la corvina blanca, Micropogon opercularis (Quoy y Gaimard, 1824) encontré casos semejantes y ya evidentes.