A partir de 1995, después de las declaraciones televisivas de Adolfo Scilingo y otros ex represores acerca de su participación en los llamados “vuelos de la muerte”, la televisión abierta se transformó en un espacio fundamental para la evocación de la represión dictatorial en la Argentina. Este rol era diferente diez años antes: durante el juicio a los ex comandantes, todos los actores que tenían capacidad de decisión percibían que el juicio no podría ser difundido por televisión sin que se transformara en “un circo”. La solución, entonces, fue desactivar lo esencial del lenguaje televisivo, emitiendo imágenes sin sonido de las audiencias, a razón de tres minutos por día. Como puede verse, la relación entre televisión y memoria de la represión en la Argentina fue cambiando progresivamente.