El realismo en la transcripción del entorno físico que la contemplación más atenta de la naturaleza produce a partir del siglo XVIII, puede observarse con claridad en las vistas de las ciudades. La transformación de las técnicas de representación, resultantes de la evolución científica que se produce con la ilustración, significa también la asunción del problema urbano como un todo. La mirada, antes selectiva, se convierte ahora en abarcativa de un fenómeno que se revela cada vez más complejo. La ciudad, en el momento previo a su transformación en una manifestación visualmente inabarcable, ofrece con el perfeccionamiento de la vista y el panorama un último estado de equilibrio. La iconografía de Buenos Aires desde el Río puede ser analizada como espacio emblemático de esa transformación.