Con una suerte de continuidad, sorprendente, entre la ficción y la realidad, el apellido Buendía, con el que García Márquez nos supo contar la historia de Macondo o América Latina, aparece en el marco del sistema interamericano de derechos humanos como ejemplo de uno de los tantos individuos que reclama por el reconocimiento de derechos básicos, como el de seguridad social, frente a un Estado que, merced a sus políticas neoliberales, ha desmantelado sus funciones sociales.