Parafraseando a Graciela Montes, me han pescado como lectora. La literatura obra en el lector, el arte de la pesca: alguien tira el anzuelo encarnado y en su silencio de intimidad con lo más profunda de las aguas, hace picar, nos hace picar y nos engancha, se tensa el hilo cuando pegamos un tirón, cuando fijamos el deseo en la vida que vivimos con ese personaje. Pero alguien ofrece la caña, alguien atraviesa la carnada en el anzuelo y nos convida con literatura. Y cómo hacer para no caer en ese otro mundo que a veces se nos parece y otras no tanto y tal vez por eso, nos atrae ciegamente.