La escritura, en los cada vez más estrechos intersticios que la tecnología nos deja librados, desarrolla estrategias de negociación y luego de algunos iniciales traspiés, encuentra la forma de asimilar los aparatos y, lo más significativo, esperanzador: trascenderlos. Como efecto secundario, seguramente no planificado, del medio de la red, del corazón de esta babel de intimidad que (se) grita, se erigen nuevos foros, foros que como en los orígenes de la democracia, comienzan a encauzar estas intimidades según gustos, intereses, necesidades, y construyendo, lenta, casi imperceptiblemente, la compleja trama de lo colectivo, la polis cibernética.