La materialidad de un objeto arquitectónico nos habla de la consistencia de su realidad material, pero también de la manera en que ha sido ideado. Es, por lo tanto, un fenómeno constructivo y perceptivo; a la par que otorga verosimilitud y coherencia física al artefacto arquitectónico trasunta el orden intrínseco con el que se han dispuesto sus factores materiales. Ese orden intrínseco se halla presente en toda propuesta de valor, pero no es fácil asegurar su inclusión en el proceso de proyecto, y nada nos puede ahorrar el trabajoso esfuerzo de la síntesis. Por ello, el pensamiento material de la arquitectura no puede ser algo externo, añadido a posteriori, sino a la par de la construcción de un orden necesariamente global.
Creemos que lo substancial de ese orden global está contenido en un eje que denominamos Sostener-Cerrar-Construir como un modo de enfatizar su vínculo con la acción concreta de proyectar. Las acciones de dicho eje, entrelazadas inextricablemente en el proceso proyectual, caracterizan la actividad fundante del proyecto de arquitectura: conciliar aquellos criterios técnicos que amalgaman de manera más genuina las intenciones con las condiciones de una problemática arquitectónica concreta.