Las nuevas identidades que se estructuran en el entorno digital rompen las normas relacionales entre las personas, generando vínculos que alteran el principio básico de la identidad, con una ética utilitaria y sensual al servicio del hedonismo cultural.
Así como no hay dos granos de arena iguales sobre la faz de la tierra, tampoco hay dos personas. El hombre es único e irrepetible, así lo manifiesta el misterio de la creación. Pero esta sentencia fácilmente comprobable entre los mortales, se torna difusa en el tiempo que vivimos.
En esta época de globalización, el campo de la cultura está siendo el ciberespacio, con nuevas herramientas (Internet, multimedia, autopista de la información, y otros) que dibujan un nuevo panorama donde la sociedad se construye como un conjunto de relaciones que forman una red, y que hacen entender a la persona y al mundo de nuevas maneras.
Los últimos avances tecnológicos en el campo de las comunicaciones están modificando sustancialmente el modo de relación entre los hombres. En este sentido los intelectuales y científicos se ven obligados elaborar nuevas metáforas que intentan dar explicaciones a este nuevo tiempo signado por la preeminencia de lo tecnológico. Surgen así nuevas configuraciones intelectuales que, desde diversos campos, definen a este tiempo como sociedad de la información o el tercer entorno.