Las siguientes reflexiones surgen a partir de nuestro interés acerca de la emergencia de actores y movimientos sociales que crean nuevas prácticas, formas de pensar y hacer política. Estos movimientos -frente a la crisis de las formas tradicionales de hacer política y la tendencia a la reconfiguración de las relaciones entre lo privado y público- oponen y fundan nuevas formas de participación directas vinculadas a lo cotidiano y lo territorial, emergiendo como nuevas culturas políticas.
En este sentido, dice Barbero, estos movimientos tienen "una nueva percepción del problema de la identidad (...) que aparece inscripta en el movimiento de profunda transformación de lo político (...) proyecto ligado estrechamente al redescubrimiento de lo popular, al nuevo sentido que esa noción cobra hoy: revalorización de las articulaciones y mediaciones de la sociedad civil, sentido social de los conflictos más allá de su formulación y sintetización política y reconocimiento de experiencias colectivas no encuadradas en formas partidarias"1.
En particular, trabajaremos con la Red Nacional H.I.J.O.S. (Hijos por la Identidad y la Justicia contra el Olvido y el Silencio) -más específicamente con los escarches- que, inscribiéndose en estos movimientos sociales, propone nuevas prácticas políticas a partir del trabajo sobre las representaciones sociales de la memoria, la justicia y la participación. Asimismo, este ensayo surge de nuestro interés generacional por la producción de conocimiento vinculado al compromiso social por la construcción de la identidad colectiva.
Nos interesa rescatar particularmente aquello que caracteriza al escrache como una práctica política original y creativa. Y, en este sentido, remitirnos a algunos elementos estético-teatrales que conforman una dimensión constitutiva de esta nueva forma de condena social.
Desde este lugar, pretendemos indagar acerca de la fuerza político-cultural de los escraches. Más precisamente, nos interesa dar cuenta de lo que ocurre con la representación social de justicia y sus consecuencias sobre la nominación de los agentes.
No queremos dejar de mencionar, aunque no es objeto de este ensayo, una hipótesis complementaria que podría presentarse como una segunda fase de trabajo: el escrache, en el mismo momento en que impugna y condena, funda nuevas prácticas que resignifican formas de participación y prácticas cotidianas de los sujetos.