Eduardo L. Holmberg fue un hombre múltiple. Su genio proteico se desparramó en muchos aspectos de las ciencias y de las letras, y en verdad no tiene parangón entre los que han sido en el medio intelectual argentino. Pero sí mucho hizo en asuntos tan dispares como la descripción científica de abejas y de arañas, de moluscos, batracios, reptiles, aves y mamíferos, como en tratar temas de botánica, arqueología, en proyectar edificios, en ser periodista, traductor de Dickens, autor de un voluminoso poema en verso, políglota, cuentista y divulgador de las ciencias, publicista y ensayista, no menos verdad es que, lo hizo bien.