Año 1200. Dieciocho grados de latitud N. Una isla caribeña de 170 Km (E-O) por 60 Km (N-S). Temperatura media de 26°C que apenas fluctúa en poco más de un par de grados a lo largo del año. Un paisaje de montañas, planicies y costas refulgentes. El mar, profundamente celeste y límpido, cobija a los arrecifes coralinos contenedores de una enorme variedad de invertebrados (corales en abanico, cerebroides, columnares, en pilares, con aspecto de cuernos de ciervos o de lechugas; erizos, estrellas de mar, langostas, bivalvos, y otros), peces (multicolores como los peces ángel, o curiosas morenas asomando de su escondrijo entre los corales) y algas; todo ello allí nomás, cerca de la costa, al alcance de la vista. El agua fluye sobre las blancas arenas de la angosta playa en la que árboles como la uva de playa (Coccoloba uvifera) permiten algún reparo del fuerte sol tropical. En otros casos los manglares, típicos bosques de las costas marinas de los trópicos, hunden sus raíces como zancos (Rhizophora mangle, mangle rojo) en el agua, o bien se yerguen como velas (Avicennia nítida, mangle negro) con función de aereación en los bajos salinos detrás de la línea costera.