No hay nada nuevo bajo el sol. La historia se repite. Refranes que expresan la convicción popular de que todo se repite. Y si no todo sí las vivencias del hombre. La idea es que relativamente nuevos escenarios se suceden en el tiempo pero la obra que se representa en su esencia es siempre la misma, transmitiendo el "mismo" y "eterno" mensaje. Es el tiempo cíclico o circular de Pitágoras, es el "eterno retorno", la repetición "infinita" de ciclos que, para Borges (1961), si no son idénticos al menos sí similares. Claro, es el tiempo cíclico de la experiencia humana. En esa concepción del tiempo, implícitamente el hombre se autocalifica como una inconmovible unidad biológica, ajena a los efectos de los agentes que le son "externos". La razón de ser del cada vez más complejo "mundo del hombre" no tiene por qué ser explicada por la acción de fuerzas distintas de las que están actuando desde el momento en que el hombre reconoció su propia existencia, "desde que el hombre es hombre".