Hagamos un viaje al pasado. Recorramos 3500 millones de años para ver cómo era la Tierra en ese momento. La atmósfera carecía de oxígeno, no existía la capa de ozono y violentas tormentas eléctricas azotaban el ambiente. Así, entre relámpagos y truenos, aparecía la vida sobre la Tierra, cuando una molécula compleja adquiría la capacidad de reproducirse y dejar descendencia con cambio (=evolución). En ese trascendental momento de la historia de nuestro planeta comenzaba a escribirse la historia de la biodiversidad, es decir, de la variedad de organismos vivientes y de los complejos ecológicos que ellos integran. Ese fenómeno cambió profundamente al planeta y su atmósfera; basta mirar a nuestro alrededor para confirmarlo. En esos tres mil quinientos millones de años -período tan vasto que desconcierta a la imaginación- aparecieron y también en muchos casos se extinguieron millones de especies.