A Julio le hubiera gustado subir esta escalinata, ingresar por este pórtico con los centinelas que son los esmilodontes, en un edificio circular, y entonces dar vueltas y vueltas e ir regresando, por lo menos, al hombre de Neanderthal. Quizás él hubiese preferido regresar más allá; regresar al perro o al pez o regresar “ab ovo”. Toda la literatura de Cortázar es un poliedro de incontables caras, esa literatura es como una invasora colonia de pólipos por todos lados, pero, a la vez, como un cristal tallado. Es una literatura múltiple, multívoca, pluriforme; todos los pluris no alcanzan por el hecho de que las facetas son incontables y las dimensiones también. Y entonces me hallo aquí, en este edificio circular, y quiero referirme a la fantasía de Julio Cortázar. Intentaré hacer una especie de visión de conjunto, buscando pautas.