En los últimos años ha aparecido la ciudad como objeto de estudio desde la comunicación: su modo de ser; las formas de habitarla, de recorrerla y ser recorrido por ella; la vida urbana; los nuevas maneras de estar juntos.
En este artículo nos proponemos retomar la problemática a partir de un constructo: la ciudad y sus fronteras como forma de violencia material y simbólica. Partimos de la idea de que la ciudad está hecha y se hace cada vez más en la existencia de fronteras que nos hablan de la violencia hacia el otro. Y si pensamos en la utopía -utopía como no lugar en el aquí y ahora, pero que es pensable hacia delante, como otro lugar- de unas culturas que sin negar las diferencias contrarresten las múltiples exclusiones del otro, una mirada crítica de la cuestión se hace no sólo pertinente en lo académico sino imprescindible desde un orden profundamente humano.