Distintas épocas históricas constituyen distintos sujetos. Pensamos, nos comunicamos y actuamos atrapados en un sistema simbólico construido desde las prácticas materiales, desde las condiciones de vida, desde los discursos. El sujeto no es algo invariable a través del tiempo. Surge desde los dispositivos de poder y de saber epocales y va reconstruyéndose al ritmo de los cambios históricos. Los sujetos llevan la impronta de su tiempo, de sus prácticas, de su lenguaje. La condición de posibilidad del lenguaje reside en los supuestos compartidos por quienes hacen uso de él. Esos supuestos implican prácticas concretas e idearios colectivos. En consecuencia, como esos idearios, las prácticas discursivas y los discursos van cambiando históricamente, cambia también la constitución de los sujetos.