Luego del ocaso del paradigma creacionista, comenzó a descubrirse el denominado tiempo profundo (expresión de John McFee), esto es, se vislumbró que la tierra y la vida eran inmensamente más antiguas que el corto lapso de la cultura humana tal como está registrado en la Biblia. Efectivamente, el registro de la variabilidad climática en tiempos históricos es demasiado reducido como para revelar el amplio rango de las variaciones climáticas seculares. Por otra parte, el clima reciente es un complejo reflejo de las fuerzas naturales y antropogénicas. Por ello, para disminuir o eliminar el sesgo producido por la actividad humana en los últimos años, los especialistas consideran la necesidad de incorporar la información provista por el registro paleoclimático.