El Proceso de Asociación Euromediterránea (AEM) -impulsado por la Conferencia de Barcelona, en noviembre de 1995- apunta a promover el diálogo entre los miembros de la Unión Europea (UE) y los restantes Estados de la Cuenca Mediterránea, con la finalidad de crear una zona común de paz y prosperidad. Para ello, fueron fijados tres grandes capítulos: la Cooperación política y de seguridad, la Cooperación económica, y un Apartado sobre cuestiones sociales, culturales y asuntos humanitarios, destinado a facilitar la comprensión entre las culturas ribereñas y fomentar los intercambios entre las sociedades civiles. Ciertamente, la AEM configura una iniciativa promovida y "controlada" por Bruselas. En materia de Cooperación política y de seguridad, la UE pretende consensuar los lineamientos de una Carta Euromediterránea para la paz y la estabilidad de la región y aprobar una lista de medidas para fomentar la confianza mutua en materia de seguridad. Este objetivo incluye la adopción de principios como el funcionamiento de la democracia y el respeto de los derechos humanos. La Cooperación económica intenta crear progresivamente una zona de libre comercio para el 2010. Esta se realizará sobre la base de los Acuerdos de Asociación que la UE ya ha firmado con varios países euromediterráneos y abarcaría los productos industriales y los servicios, excluyendo los productos agrícolas. Asimismo, prevé otorgar a los países del sur ayuda financiera y técnica destinada a su desarrollo. Sin embargo, ya cerca de cumplirse diez años de su puesta en marcha, puede percibirse que el Proyecto Euromediterráneo poco ha contribuido a transformar la difícil realidad que vive la región. Más aún, para algunos analistas, las partes firmantes de esta iniciativa vienen postergando el tratamiento de cuestiones políticas, económicas y sociales, a las que apelan desde el discurso, pero que -en los hechos- no quieren o no pueden modificar. El presente trabajo tiene, entonces, por objetivo analizar algunos aspectos del Proyecto de AEM, acotando el estudio a los países del Magreb. Cuestiones geoestratégicas como la mayor proximidad geográfica, los lazos coloniales o la provisión de hidrocarburos, hicieron del Magreb un primer punto de acercamiento de la Europa comunitaria con los Terceros Países Mediterráneos (TPM) y, de persistir el Conflicto árabe israelí y la crisis de Iraq, podría perfilarse como la subregión más potable para que la AEM comience a dar sus frutos.