El fracaso de las políticas correccionales del Estado keynesiano ha llevado a un nuevo panorama en las políticas del control del delito. El gobierno de la inseguridad ha expandido su alcance, volviéndose así más focalizado e informal y, además, ha integrado dos actores que en las décadas anteriores estaban ausentes: el gobierno local y los sujetos. La prevención situacional y otras tácticas forman parte de una nueva economía, mixta, del control del delito.