Como alguien lo expresara en el recinto de las Naciones Unidas en marzo en Nueva York, "cuando se llega a los cincuenta, se mira hacia su pasado para encontrar el sentido de la acción realizada" En este cincuentenario de la Naciones Unidas, creemos necesario hacer un balance, no de la Organización sino de los fines que le dieron sentido a su nacimiento. Los mismos figuran en el preámbulo de la Carta: "Nosotros los pueblos de las Naciones Unidas resueltos a preservar a las generaciones venideras del flagelo de la guerra que dos veces durante nuestra vida ha infligido a la Humanidad sufrimientos indecibles, a reafirmar la fe en los derechos fundamentales del hombre, en la dignidad y el valor de la persona humana, en la igualdad de derechos de hombres y mujeres y de las naciones grandes y pequeñas, a crear condiciones bajo las cuales puedan mantenerse la justicia y el respeto a las obligaciones emanadas de los tratados y de otras fuentes del derecho internacional, a promover el progreso social y a elevar el nivel de vida dentro de un concepto más amplio de la libertad..." Después de 50 años, el balance tiene algunos logros importantes en el haber pero también un gran debe.