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La espiga Península el Páramo, situada al norte de la Isla Grande de la Tierra del Fuego, prograda longitudinal mente hacia el sur y lateralmente hacia el oeste. Este comportamiento la ubica en la categoría de las espigas transgresivas. Entre sus principales características se destacan: el gran tamaño; la constitución textural ya que está compuesta en su mayor parte por gravas; la ubicación en un régimen macromareal y la gran energía que desarrolla el oleaje en sus dos flancos. Su desarrollo involucraria dos etapas que abarcan los últimos 5270 años. En los primeros estadíos la depositación de la grava en forma de cordones litorales adosados a una costa acantilada con un arreglo paralelo a subparalelo dio origen a una punta de acreción. Los cordones más modernos se fueron elongando siguiendo el sentido de la deriva litoral predominante hacia el sur generando la forma de espiga. La principal fuente de aporte habrian sido los depósitos glaciales pleistocénicos, que a su vez conforman la plataforma de abrasión. La dirección de transporte de sedimentos para la playa atlántica es hacia el sur, debido al oleaje proveniente del nornoreste. En la playa de bahía el desplazamiento de la grava es hacia el norte. En la punta meridional, la dinámica de las olas y corrientes es compleja debido a la interacción del oleaje atlántico y al enérgico oleaje de las aguas de la bahía. Durante tormentas o con olas de alta energía del Atlántico en pleamares equinocciales de perigeo se produce sobrelavado en el sector central de la espiga, donde ésta adquiere su mínimo desarrollo, provocando un acortamiento del transporte de la grava hacia el flanco interno de la misma. El estado morfodínámico reflectivo de la playa atlántica favorece el desarrollo de las olas de borde subarmónicas responsables de este fenómeno. La playa activa presenta estabilidad de las pendientes debido a que su constitución está dominada por grava. Estas tienen un alto umbral de energía para ponerlas en movimiento y una considerable capacidad de descarga de las aguas infiltradas en el núcleo de la espiga. La playa atlántica es una zona de erosión, y las de la punta meridional y bahía, de acreción. Los volúmenes erosionados en la playa atlántica son mucho mayores que los depositados en la playa de bahía. Esto, sumado a que la alimentación actual de la espiga proviene del retrabajo de antiguas gravas marinas tomadas en el flanco oriental, hace suponer un corte por el sector central en la evolución futura de la espiga. Entre los distintos sectores de la playa actual de la espiga se ha evidenciado, mediante análisis estadísticos de la población de gravas, una segregación textural, que está en relación con la condiciones hidrodinámicas en cada uno de ellos. En la playa atlántica se ponen en suspensión grandes volúmenes de sedimento, siendo de mucha importancia el transporte por deslizamiento. En las playas de la punta meridional y de bahía meridional-central se impone el transporte por rolido y saltación. Las gravas de la playa de bahía septentrional pertenecen a un depósito que tuvo su origen en un evento episódico de alta energía y actualmente las olas ya han dísipado mucha energía cuando alcanzan este sector, por lo que se evidencia sólo un reacomodamiento y dispersión por rolido.
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