El renovado impulso al consumo y a la producción industrial producido durante la última década ubicó al diseño como uno de los elementos centrales de la cadena de valor. Además, la búsqueda de la ampliación de fuentes de trabajo estables llevó a las autoridades a encaminar su política de sustitución de importaciones. De esta situación se desprende una oportunidad única para revisar los modelos heredados sobre la producción, las metodologías de trabajo, los materiales, los procesos y otras situaciones que surgen de la traslación directa de prácticas y de haceres de otras regiones, sin atender a las problemáticas locales.