El volumen está organizado en diecisiete apartados de variada extensión, y ofrece un anexo documental de gran valor, que incluye una precisa “cronología de clausuras, censuras y pesquisas” (p. 181), así como entrevistas a tres personajes notables de la época (Hiber Conteris, Carlos Maggi y Hugo García Robles), realizadas en 2009. Los primeros siete apartados contextualizan la investigación en el siempre complejo universo de los estudios acerca de los años sesenta, y se muestran deudores de los aportes de Claudia Gilman en su insoslayable Entre la pluma y el fusil. Debates y dilemas del escritor revolucionario en América Latina (2003). En un universo cultural tan extenso y profuso en estudios, en especial en torno al boom de la narrativa latinoamericana y su impacto en la conformación de imágenes sobre la cultura latinoamericana en el siglo pasado, el trabajo de Torres Torres deslinda preocupaciones sociales, culturales, políticas incluso, y propone una mirada que, desde el estudio de políticas editoriales fundantes, echa nuevas luces sobre este proceso de internacionalización de nuestra narrativa, así como acerca de la forma efectiva en que redes culturales y procesos de religación se fueron entretejiendo, a partir de figuras intelectuales rectoras. En ese sentido, uno de los mayores aportes del libro consiste en la puesta en valor del rol del editor como agente cultural, aun cuando, como en el caso de Ángel Rama, su obra ensayística y su labor como crítico pareciera opacar lo demás. Pero lo cierto es que, como este estudio tan claramente muestra, la labor del editor como promotor y difusor cultural, así como polemizador y reconfigurador de un canon que tuvo en Rama una de sus figuras centrales, fue en verdad un modo de entender la literatura y la cultura en esos años, como además puede verse en proyectos editoriales pioneros, únicos, en los años sesenta, como los del Centro Editor de América Latina en la Argentina, y de Alfa y Arca en Montevideo.