Una vez que se concretó la cesión de la ciudad de Buenos Aires, capital de la provincia del mismo nombre, Dardo Rocha, quien había apoyado aquel acto y contaba con la explícita aprobación de Roca, fue electo sin oposición gobernador de la provincia de Buenos Aires. Al tomar posesión del cargo, el 1º de mayo de 1881, expresó que la nueva capital provincial debería necesariamente ser algo más que un simple centro administrativo de escasa relevancia y difícil desenvolvimiento.