No sólo los animales alados surcan con éxito el espacio: las arañas, que no tienen alas, gustan también de los viajes aéreos y saben fabricarse un aparato para realizarlos. Generalmente los llevan a cabo cuando son jóvenes y pesan todavía poco. Tan pronto se encuentran expuestas a una corriente de aire, empiezan a hilar, forman manojos de filamentos sedosos basta que éstos son lo bastante fuertes para sostener su peso, y se lanzan al espacio.