La Ley Federal de Educación (LFE) promulgada en los años noventa en Argentina implicó una aproximación al concepto de literatura que anula las grietas por donde este concepto suele filtrarse al no encontrar definiciones precisas. En ese afán de encasillarla, darle una “norma” o una especificidad, no atiende a eso que escapa de toda posible clasificación. Este trabajo tomará como eje central las políticas editoriales y cómo ellas han influido en la construcción de un concepto de literatura pensado como contenido escolar. En ese sentido, el lanzamiento que la editorial SXXI, ha realizado recientemente con la obra de Foucault La gran extranjera. Para pensar la literatura (2015), demuestra que la discusión sobre su definición sigue vigente. El libro reúne un conjunto de conferencias realizadas entre los años sesenta y setenta que manifiesta el no lugar de la literatura o, mejor dicho, cómo ocuparía el lugar de vértice en un triángulo donde fluctúan las infinitas relaciones entre lenguaje y obra.
Sin embargo, desde las políticas educativas que resultan de los noventa, se impuso un modo de leer diferente, atravesado por el paradigma lingüístico comunicacional que parece intentar nivelar todos los discursos, vedando la posibilidad de ver esta especificidad literaria. Al menos esto es lo que ocurre con algunas propuestas editoriales y, en este sentido, los libros de textos son objetos de interesante exploración ya que permiten realizar una sociogénesis de la lectura que de ninguna manera resulta completa.