Hasta hace unos años parecía que la universidad constituía un mundo aparte: las más o menos crónicas penurias presupuestarias, con alguna aislada excepción, abarcaban a todas las universidades, a sus distintas facultades, carreras y profesores. Las políticas implementadas en los últimos cinco años han significado la puesta en marcha de un proceso de “struggle of life” digno del mejor darwinismo social y ya es posible avizorar que en el conjunto de las universidades, facultades, carreras y profesores ricos, o que al menos tendrán un buen pasar, y muchas universidades, facultades, carreras y profesores decididamente pobres.