La instrumentación del dibujo como un modo de explorar la subjetividad tiene, en la práctica psicodiagnosticadora, su importancia a cualquier edad. Pero su valor se acrecienta durante la infancia debido a que la producción gráfica acompaña a las transformaciones que operan en el psiquismo del niño. Procesar la experiencia vivencial y significarla entra en conjunción con la apropiación, por parte del niño, de los recursos simbólicos y simbolizantes específicos de este lenguaje.
El dibujar es un hacer donde el movimiento del gesto, al quedar capturado en el papel, puede transmitir un mensaje cargado de significados personales. Estos significados son registrados a través de la forma en que se construye el gráfico y permiten descubrir cómo se actualizan los modos de estructuración básicos que atravesaron el psiquismo. Se podrá explorar tanto la organización de la imagen corporal en el espacio como aquellos ejes -vertical o anteroposterior- que al dinamizarse se transforman en los soportes del imaginario del niño.