Para propulsar la reflexión sobre la metáfora de la literatura como máquina conviene partir de un texto tal vez alejado de nuestra idea de lo que es una máquina, pero pese a ello muy revelador sobre el particular. Se trata del castellano Libro de Alexandre, en el que aparecen dos pasajes muy sugerentes para el estudio de la relación entre máquina y literatura: las incursiones de Alexandre en el reino de los peces y de las aves, en las cuadernas 2305-2323 y 2496-2514, respectivamente. En ellas, el insaciable rey macedonio lleva al colmo su soberbia ideando dos medios tecnológicos con los que extender sus dominios a límites casi sobrehumanos: para observar y luego conquistar a los peces, se hace construir un arca de vidrio con la que se sumerge en el mar durante quince días; para ver la tierra a vista de pájaro, entender la forma del mundo y decidir por dónde proseguir sus campañas, se hace coser a una capa fijada a dos grifos hambrientos a los que dirige con una pértiga en la que había espetado un trozo de carne. Estos pasajes le sirven al autor del Libro de Alexandre para moralizar sobre el ansia de conquistas del protagonista, obsesión que le hace caer en el pecado de la soberbia. La soberbia, nos dice el Libro de Alexandre, acecha incluso a los mejores seres humanos y el propio Alexandre la había visto campar a sus anchas incluso en el fondo de los mares, entre los peces que allí habitan (2317-2321). Además de para aprehender el mensaje moral del libro, las escenas del submarino y el artefacto volador fomentan pensamientos más generales: nos sirven para reflexionar sobre la relación entre máquina (y artificialidad) y literatura, para entender cómo esta conexión es intrínseca al arte literario y cómo afecta a los creadores y consumidores de literatura, y para examinar cómo autores de diversas épocas han relacionado, como hiciera el autor del Alexandre, tecnología y perversión moral.
(Párrafo extraído a modo de resumen)