Para acabar con la fuerza popular emergida de las luchas contra el golpe de Estado que derrocó a Manuel “Mel” Zelaya, el gobierno y la oligarquía hondureña desarrollaron un plan de violencia sistemática. La concentración de la riqueza y el crimen organizado confluyen en los horrores ejecutados desde el belicismo mediático: ya son veintisiete los periodistas asesinados.