Más que una redacción, el diario de Timerman fue para Soriano un laboratorio literario. En las notas que escribió en esa época plagada de grandes anécdotas que el propio escritor dejó publicadas -incluida la controversia con el mítico director-, pueden leerse las señas de una búsqueda y un entrenamiento entre los que se fue abriendo paso la estructura genética de la voz literaria que nacerá en Triste, solitario y final.